miércoles, 30 de noviembre de 2011

Arlequines

Es interesante cuando el poder enmarca nuestros caminos, las ideas suelen reducirse a trastes opacos que solo destellan en ambiciones nimias.
El humano, por disposición, trasciende más allá de lo físico. Es imperfecto, erróneo. Enorgulleciendo la ignorancia de ensalzar el acto NULO (carecer de acción alguna).
Solo los espíritus que trascienden, fallan continuamente, desarrollan toda causa negativa a un lineamiento de fertilidad y fortalecimiento mental.
Los colectivos, no hacen mas que desarrollar mareas de putrefacción de gente muerta, agentes parasitarios que rodean las ideas con manos agujereadas que esperan pequeñas porciones de sed.
Lxs frentes incendiarios, anónimxs por sigilo, guardan su voz en el bolsillo trasero y huyen caminando tímidamente mientras los ecos desgarran el temor de ser encontradxs.

martes, 29 de noviembre de 2011

Reinvención

Algunos, no ostentosos de pertenecer al mundo monótomo, caen con las ideas robustas dentro de sus abismos. Pequeños cúmulos de miedo, que van encerrando a uno sin dejar más luz que ver un techo lleno de horas sucias y con ojeras sobre sus manecillas, que bostezan como un quejido ausente sin intentar titubear.
La música se transforma en el oído universal y personal de la caverna construída por este.
La memoria calmada, fortuita en su inacción, armoniosa y casi inerte nos alienta a seguir tapeando las entradas de la desesperación, y esconder los ecos bajo cada aullido del animal, que muerto, solo transita como un caballo enfurecido arrastrando su espíritu caído.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

45 de Febrero

Malena no tenía celular o correo electrónico -esas son huevadas Adrián si uno quiere encontrarse con una persona son solo por dos motivos: casualidad o necesidad, y siempre recurría a mi por el segundo motivo, nada era casual en nuestras vidas. Siempre recurría a mi desde un teléfono público, por que 20 céntimos eran más que suficientes para quedar en algún lugar donde no importaba la distancia.

-¿Alo?
-Escúchame Adrián. ¿Te puedo ver hoy? por favor estoy en Aramburú, en el bosque, te espero. Adiós.

Malena era precisa, hasta en el tono de voz, para no darme alternativa y dejar todo para darle el alcance. Recuerdo la primera vez que llegamos al bosque, todas las calles tenían nombres de aves; calle las gaviotas, calle ruiseñor, calle las golondrinas y caminamos mas de lo debido y fui imposible encontrar la calle que tanto quisimos, calle los cuervos. Tendría que existir una en el mundo pero no aquí en San Isidro. En todo caso no importo y seguimos caminando hasta llegar a una especie de frondosidad verde en medio de la ciudad, un lugar donde los árboles alimentaban mas esta situación de olvido y las sombras de estos que amilanaban todo el peso de la noche sobre nuestras cabezas. Decididos a no seguir más en la búsqueda de tus cuervos y ya con los ojos puestos en este cuadrilátero obscuro rodeado de hojas y pájaros que intentaban esconderse nos quedamos varados descansando, pensando, recordando; solías ignorar cada cosa mía, son cosas vanales las que dices, ya despertarás Adrián, repetías siempre acariciando mis dedos con la tierra que arrastrabas cada vez que arañabas el suelo.

Y si aquella vez fue la primera vez que pasamos juntos una noche, no teníamos dinero solo un poco de hierba, cigarrillos rojos y Rayuela, el libro viejo de Cortázar con anotaciones a alrededor que siempre llevabas.

Quedaste en silencio y no hubo mas voces, solo el sonido del encendedor y tu boca que succionaba el humo del cigarro de marihuana. Quedaste pegada, como tú decías. Intente succionar el humo y fue como si por primera vez fumara, la obstrucción en mi pecho fue irremediable y la tos que escapaba vergonzosamente de mi boca me hacia dejar de lado el cigarro y pararme, tomar el aire despacio y ver los gestos de tu rostro, como pequeños meandros de tus labios que me sonreían. En realidad, te burlabas descaradamente de mi.

-Malena esa mierda nunca me pone, solo me irrita los ojos y me da sueño.
-Es que aún no sientes la pegada, debes fumar un poco más, vamos, vamos, toma.

No podía rechazar nada que tu dijeras, era como un pequeño paje que admiraba tu forma y tus palabras. Succioné hasta que empecé a sentir que mi garganta se incendiaba, era un tanto insoportable pero a prueba de hacerlo por ti aguardé la respiración y nada, no sentía ni mierda.
Esas cosas no dan conmigo Malena, te dije casi protestando y tu solo respondías, bah huebón de mierda solo por que te raspa un poco la garganta ya empiezas a quejarte.
Nos quedamos en silencio tendidos sobre la hierba, mientras los pájaros aún perfeccionaban la noche sobre sus alas y las hormigas hacían mierda nuestras espaldas. La noche en Lima nunca es negra en su totalidad, decías casi musitando y no pude responderte solo quería buscar tus dedos que arañaban siempre la hierba y tierra de los parques. El silencio casi absoluto de esa noche lo hacia mas acogedor, era como una ciudad baldía que empezaba sus costas en nuestros pies que chocaban mientras ponías en tu celular un poco de música. Son las pequeñas explosiones del cielo, Adrián; dijiste casi arrastrando las palabras, mirándome fijamente a los ojos. Y yo un tanto cansado no sabía que responderte solo pasaban ideas vagas por mi cabeza.
-¿explosiones?¿cielo?¡Mierda!.
Y sí, no llegaba a entender cada palabra tuya en ese entonces, era como un simple iniciador junto a ti que observaba.
Day two, dijiste al instante que cerraba los ojos y no, no podía comprender cada palabra que escapaba de tu boca. Así se llama la canción de Explosions in the sky, aclaraste luego de que yo callara con un rostro confundido. La necesidad exigía un nuevo rumbo a toda esta situación, los árboles lentos inhalaban por sus hojas todos nuestros deseos, mis dedos encontraban pequeños fragmentos de vida sobre tu vientre amarillo. Nos acercábamos comos dos criaturas en un intento de inmolarse en este cuadrilátero de colores ténues.


Mis manos marcaban lineas sobre el contorno de tus senos, mientras escupias cada palabra sobre mi frente, nos alejábamos y acercabamos, era esa continuidad de simple desesperación. Me tocaste los labios con cada uno de tus dedos mientras seguiamos como dos niños desesperados en busca de un poco de libertad en nuestros cuerpos.


Decididos a seguir despiertos en la noche me contaste como diste conmigo y sí, solo existían solo dos formas de encontrarse: casualidad o necesidad.

Música