miércoles, 29 de febrero de 2012

Rotación entre las calles de tu cuerpo

Esta ciudad se está muriendo de a pocos, en el sopor de un niño con los ojos rojos.
Avergonzado, agacho la cabeza perdido entre la urbe. ¿El lugar? Cualquier constelación que me permita girar hacia atrás.

Hace mucho frío en mis brazos
mientras el sol es un infierno de voces
que respiran bajo mi cabeza.

-Los pájaros no existen-

Las plantas en la ventana son el ruido avergozando
de una generación muerta.

Entre la desesperación y el ángulo de tus ojos, nos encontramos: Av. Canadá.
Y tenemos miles de atardeceres por dentro
estaciones meses dias
que no encontramos ya en nuestros bolsillos.

Dejame asomar entre la avenida de tu calle desnuda
descender entre tu vientre
seguir los rastros de la noche que se oculta
recorriendo la garganta de tu infierno subterráneo

Huevón de mierda, gritas casi escupiéndome en la cara, mientras pasas sin girar la cabeza. Gritar es una forma de huir. Espero y aún sigo los rastros lunáticos de tus piernas. Paras, como el silencio entre árboles con nidos nocturnos de aviadores suicidas.

¿Visionarios?

Regresas, cambiando los gestos. Re-compones cada paso como un pentagrama de 5 líneas acumuladas al frente de tu nariz.

- Encededor. Dame tu encendedor.

Palpo los 4 bolsillos, como 4 rostros de el silencio que no descansa.

- ¡¿Acaso no tienes un puto encendedor?!

Y la serpiente otra vez escapa de los libros y se sienta hoy junto a la locura. Digamos que todo esto no pasó, que es una constelación hecha de carne virgen que nos permite la costumbre de volver atrás. Pero no, decir algo que no es, es muy distinto a sentir que no pasó.

- Sísisi espera...

Tus angostos ojos permiten ver la luz como un bullicio
perdido desorbitado
manojo de animales
que viven dentro de ti.

Enciendes un cigarro y luego otro.

- Toma tenemos mucho que conversar, y tal vez comenzar, dices casi sin mirarme y empiezas a caminar.

Música